La mirada ávida de la muerte me pasma, su aroma lúgubre y hostil eriza el umbral de mi alma, su oscuro manto cubre mis desolados veranos, y su aliento libidinoso envilece todo mi ser. La exuberancia de pesadillas repercuten en mi mistificada realidad, mis ganas de vivir son tan flemáticas que el tiempo mira con desdén mi eternidad, al parecer la desalmada magia negra del amor ha asolado mi intemporalidad.
Los vestigios de felicidad se disipan en un ambiente frío y sombrío, la sangre helada corre por un cuerpo exánime e inexorable, los agravios del pasado asesinan los remansos de paz, y la insondable e incipiente tristeza perpetua un mar de lagrimas, dónde la bonanza tétrica, calíginosa y dantesca ,suscita el silencio mustio más desconcertante...Todo ha menguado, el óbito indefectible es inminente y las rosas negra cubren el cielo de una forma envilecida, tengo miedo.
