Powered By Blogger

miércoles, 14 de enero de 2015

La maldad de sus labios

Mírame, no te fijes en la tristeza de mis auras y contempla con disimulo la pena que me envuelve lentamente.

Sin gloria el alba va desnudando todos mis miedos frente a ti e inculcando en tu siniestra consciencia el lascivo deseo de besar mi alma.

Quieres sofocar mi pesadumbre con tus impías manos y dudo de tus lenitivas intenciones, sé que eres el eje de mi melancolía pero no me disgustaría que plasmaras tu benevolencia en mí. No quiero perder este instante divino.

Nuestro silencio enardece cada mirada, el impuro calor va aumentando a medida que nos acercamos recatadamente, nos encoge lo que podría pasar en este emblemático lecho de pasión...

Amordázame con el crudo cariño de tus labios en medio de este sosiego, no seré altivo ante tu imprudencia sutil; quiero embriagarme con cada suspiro que destila tu pecho. Entreguémonos a lo absurdo y dejemos que el placer recorra cada centímetro de nuestros cuerpos. No quiero morir en esta incertidumbre.

Anhelo que tu boca sea el infierno que me conduzca al paraíso...
desafortunadamente esa es mi quimérica realidad añorada. 

viernes, 2 de enero de 2015

La falaz verdad

Encumbré en la soledad una amarga verdad, la indolencia de un ser supremo frente a mi devoción por forjar mi felicidad es tan vasta que el cielo no es más que un puñado de miseria en este irrestricto averno... Intento no percibir en mi alma el frío que le acaricia, siendo  este último oriundo de una melancolía digna de ser mencionada en esta copa de letras vacías, ominosas y férreas.

Se desvanece con soberbia cada esperanza, el cielo me transmite su funesta empatía plasmando en su ocaso unos finos colores que denotaban el matiz de un bello malva, que sin lugar a dudas, armonizaba con la infausta herida naranja del etéreo triste. El silencio que imperaba me susurraba el desconcierto que me acompañaba a mi siniestra, una mirada perdida que amedrentaba sin escrúpulos el bálsamo que me daba su noble indiferencia, para colmo una irreverente remembranza perturbaba mi consciencia, sentí su dulce voz en un recóndito resquicio del umbral de mi existencia, me sosegaba tanta confusión en aquel instante.

No obstante la ignominia afloraba e imploraba a mi destino una tercera oportunidad, un momento innoble para incursionar febrilmente en mí y en todo  lo que había edificado con tanta entereza y entrega; ... desolación injusta sería el resultante de aquella petición exigida por el deshonor.
Ahora como un prófugo de la realidad me siento indefenso en mi lecho. ¡ QUÉ DESAIRE MÁS ABRUMADOR SUBYACE EN ESTE IMPUNE LUGAR!

Abatido como un frustrado sabio por el ser autor de un yerro irremisible, indignado ante la intemperante y susodicha confusión que me inocula más segundo tras segundo. Ensimismado, mi pecho siente la presión de la consternación que jamás llego a atisbar mi recata imaginación; cuán inmerecida es la víctima incauta al vivenciar cándidamente el ambiente frígido e insulso  de este paraje acompasado por la melodía que genera el sollozar de dos almas deslucidas y fracasadas.