La penumbra de mis miedos esbozan un deseo en mi, un deseo inusitado. Ese deseo se plasmó en un sueño mágico y quimérico, disfrute tus labios como las olas del mar, navegaba incesante y sutilmente sin rumbo; Dos estrellas idílicas me miraban con un resplandor verde esmeralda, el cierzo transportaba un aroma que envolvía mis lagrimas, las cuales eran frutos de una melancolía suscitada por el desamparo y la desolación.
Al terminar de recorrer ese esplendido mar carmesí, consume ese deseo que se anidaba en mi y desperté en mi cama vasta y vacía. Esa experiencia divina y excelsa no era más un sueño...un sueño que jamás olvidaré y que perturba mi realidad.
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