Powered By Blogger

viernes, 2 de enero de 2015

La falaz verdad

Encumbré en la soledad una amarga verdad, la indolencia de un ser supremo frente a mi devoción por forjar mi felicidad es tan vasta que el cielo no es más que un puñado de miseria en este irrestricto averno... Intento no percibir en mi alma el frío que le acaricia, siendo  este último oriundo de una melancolía digna de ser mencionada en esta copa de letras vacías, ominosas y férreas.

Se desvanece con soberbia cada esperanza, el cielo me transmite su funesta empatía plasmando en su ocaso unos finos colores que denotaban el matiz de un bello malva, que sin lugar a dudas, armonizaba con la infausta herida naranja del etéreo triste. El silencio que imperaba me susurraba el desconcierto que me acompañaba a mi siniestra, una mirada perdida que amedrentaba sin escrúpulos el bálsamo que me daba su noble indiferencia, para colmo una irreverente remembranza perturbaba mi consciencia, sentí su dulce voz en un recóndito resquicio del umbral de mi existencia, me sosegaba tanta confusión en aquel instante.

No obstante la ignominia afloraba e imploraba a mi destino una tercera oportunidad, un momento innoble para incursionar febrilmente en mí y en todo  lo que había edificado con tanta entereza y entrega; ... desolación injusta sería el resultante de aquella petición exigida por el deshonor.
Ahora como un prófugo de la realidad me siento indefenso en mi lecho. ¡ QUÉ DESAIRE MÁS ABRUMADOR SUBYACE EN ESTE IMPUNE LUGAR!

Abatido como un frustrado sabio por el ser autor de un yerro irremisible, indignado ante la intemperante y susodicha confusión que me inocula más segundo tras segundo. Ensimismado, mi pecho siente la presión de la consternación que jamás llego a atisbar mi recata imaginación; cuán inmerecida es la víctima incauta al vivenciar cándidamente el ambiente frígido e insulso  de este paraje acompasado por la melodía que genera el sollozar de dos almas deslucidas y fracasadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario