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domingo, 21 de octubre de 2012

Un desierto inundado

La verdad, no puedo más con tanto dolor, con tanto sufrimiento que habita en mi corazón,
Es insoportable no poder dormir, no poder conciliar el sueño por todo este desliz,
simplemente me dejo llevar por esa música que me hace sentir el hombre mas infeliz.
El inminente dolor se ha plasmado en mis letras, en la cruenta realidad.
La vehemencia de la oscuridad y de la tristeza mitiga mi endeble corazón
asedia abruptamente las murallas que erigí con las rosas de mi marchito jardín,
este campo se ha convertido en las ruinas de mis metas y de mis sueños
los cimientos se han disipado en el caliginoso mundo de la pesadumbre
la maldición de los errores me encadenan ciegamente en el mar de lagrimas
y me hacen sentir con recelo la tormenta de tus indelebles recuerdos,
después tu voz, rompe mi condena y nado febrilmente hasta la orilla de este pasmado mar.
Ahora veo el horizonte y me pregunto, ¿ Dónde está el sol ?, una flor acometida por tu ausencia me dice que este se ha marchado, que no ha dejado rastro de su partida.
Sin luz en mi camino...sin agua en mi destino, ¿Cómo podría yo encontrar el calor acogedor de la vida ?, sabiendo que no estás como el sol centelleante de mi firmamento ahogado en la oscuridad. Camino compelado por una última esperanza de sobrevivir ante este mundo inmerso en los paisajes de desolación, he llegado hasta el fin de mis redaños, de mis fuerzas y caigo exhausto en un desierto de arena blanca y pura. Veo a mi alrededor y no hayo estrellas ni nubes, solo un cielo consumido por el sufrimiento y el arrepentimiento porfiado; me prosterno del dolor y suelto una lagrima de color carmín en estas arenas blancas, florece con ruin una rosa negra de fragancia dulce. En la penumbra del lugar intento arrancar esta rosa negra pero me he lastimado con sus espinas de sable, y estás se esgrimirán para el devenir de mi muerte. Agonizo y lloro sin mesura, mi cuerpo se esta enfriando... estoy muriendo lentamente, me estoy desangrando por la venganza de la rosa susodicha. El pesar ha posesionado este hombre sin brío ni sueños.Una gran congoja se ha vertido en mi y veo como en el cielo muerto, se plasma nuestro último beso, esto es el preludio de mi amarga eternidad en el recuerdo; he inundado este desierto de sangre y de lagrimas...ahora la rosa me mira con desdeño y sonríe al verme morir, no pude más perdón, no debí apagar la luz que me daba tu inocente corazón.

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